viernes, 6 de febrero de 2009

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miércoles, 14 de enero de 2009

LA ROCA DEL CABALLO

La Roca del Caballo cuenta que en Cuenca en el año de 1595, en el festejo de canonización del Santo Obispo San Julián, la ciudad estaba muy adornada y la gente emitía alegría y vitalidad.
La Plaza mayor era el punto de encuentro en donde se presenciaban los diferentes juegos y endonde todo el mundo se divertía.
Entre la multitud se encontraban los hermanos, gemelos y muy parecidos Diego y Fernado Carrilla y Alarcón, diestros en la espada y la monta de sus caballos.
Los dos hermanos eran tan parecidos, pero a la vez diferentes, Diego era muy sencillo, religioso y tranquilo, mientra Fernando era pícaro y le gustaba alternar con las cortesanas.
En ese mismo día Diego conoce a Beatriz de Sandoval a la salida de la Catedral, ella una joven muy hermosa, huérfana de madre y con su padre en España, estaba acompañada por la dueña de la casa de San Nicolás. Diego y Beatriz se impresionaron al verse y desde ese momento se enamoraron.
Desde ese día ninguno de los dos faltaban a las misas de la Catedral y en medio de las cuales no perdían el tiempo y se cruzaban cartas de amor, utilizando como intermediaria a la dueña de la casa.
En la última carta Beatris le decía que:
"Si hay un pañuelo en la reja , espera, sino está, volved más tarde".
La dueña al querer entregar la carta a Diego, se confunde con su gran parecido y se la entrega a Fernando por equivocación, pero sin saber que él también staba enamorado de Beatris. En esa misma noche se unieron fermando y beatris, pero también estuvo allí Diego, el cual furioso por verla con otro, sacó su espada y arremetió contra el otro caballero sin saber que ese era su hermano, al darse cuenta de que había cometido un fatricidio contra su hermano, tomó su caballo con rumbo al río Júcar, en donde intentó cruzar por el río verde y a la vez torturando a su caballo, el que se negaba a cruzar por la gran fuerza del río. Al intertar cruzar el caballo muere al ser golpeado por una roca y desde ese día la roca es conocida como La Roca del Caballo.
Diego pudo llegar a la orilla y se refugió en un convento, mientras Fernando recuperado milagrosamente se casó con Beatris.

jueves, 8 de enero de 2009

EL MONO AULLADOR

En la Amazonía en una tarde muy poco común, el Trueno estaba muy enfadado. En el alto cielo se escuchaba al Trueno muy fuerte y furioso,, sus destellos en medio de una llovizna, chocaban con las rocas del río. Mientras descendía con toda fuerza a la tierra, un hombre blanco desafió al trueno, diciendo: "Yo puedo gritar mucho más fuerte que usted". Este desafío no le gustó al Trueno y echando chispas de la furia, como quien está deliberando una lucha. En ese instante apareció una humareda, la cual de pocos instantes desapareció, el Trueno ya se había ido. El hombre blanco se rozó la cara y encontrá un rastro de ceniza. Al seguirse tocando su cuerpo, cada vez se reconocía menos. Y es que el retador se había convertido en un mono aullador de pelaje oscuro. Según cuentan las personas sobre esta leyenda, que este mono aún desfía al Trueno en las tardes de sol.

EL SAPO KUARTAM SE TRANSFORMA EN TIGRE

Esta es la leyenda de un shuar que salía de cacería, al estar entre la espesa arboleda, imitó en canto del sapo Kuartam, que vive en los árboles, "Kuartam-tan, "Kuartam-tan", lo retó en medio de la noche sin importarle que le podía ocurrir, pero no le pasó nada.
El shuar siguió retándolo con gran insistencia, diciendo: "Kuartam-tan, Kuartam-tan, a ver si me comes" y rió.
Su mujer en varias ocasiones lo advirtió, diciendo que se puede transformar en un tigre. No hizo caso a su sugerencia. Kuartam, el sapo convertido en felino, se lo comió. Su ataque fue tan extraño ya que no se pudo escuchar nada sobre dicho ataque, solo se pudo saber que apareció la mitad del cuerpo del shuar.
Al amanecer la muchacha decidió matar a Kuaratm. Llegó hasta el árbol donde habitaba el sapo y lo tumbó. Al caer el árbol mató a Kuartam, que se había convertido en un sapo con un inmenso estómago.
La mujer decidida a cortarle la panza, en su interior encontró pedazos de su amado esposo.
Esta venganza no le pudo devolver a su esposo, pero la mujer pudo contar que no es bueno imitar el canto de Kuartam.
A lo lejos se puede escuchar "Kuartam-tan,Kuartam-tan", sin saber si es un sapo o un shuar a la espera de un tigre.

EL GALLO DE LA CATEDRAL

Cuando Quito era una ciudad llena de misterios, cuentos existía un hombre de fuerte carácter, le tentaban las apuestas, las peleas de gallos, la buena comida y sobre todo le encantaba la bebida. Este hombre era conocido como don Ramón Ayala y apodado el "buen gallo de barrio".
Dentro de su día tenía la costumbre de visitar la tienda de doña Mariana, por sus deliciosas mistelas, en el tradicional barrio de San Juan.
Dicen que la doña era muy bonita y trataban de impresionarla todos los hombre de alguna manera.
Don Ayala después de sus acostumbradas borracheras, gritaba con voz estruendosa que el era el era el más gallo de barrio y que ninguno lo ningunea a él.
Caminando hacia su casa que se ubicaba a unas pocas cuadras de la Plaza de la Independencia, decide pararse frente a la Catedral y así se enfrenta al gallo de la Catedral, diciendo:"¿Qué gallos de pelea, ni que gallos de iglesia", !Soy el más gallo!, !Ningún gallo me ningunea!, !Ni el gallo de la Catedral!
Se dice que los gritos de don Ramón podía acabar con la paciencia de cualquiera, acercándose al lugar del diario griterío, vuelve don Ramón, ebrio, pero esta vez sintió un golpe de aire, en un primer momento pensó que era su imaginación, pero al no ver al gallo en su lugar habitual le entró un poco de miedo, pero como un buen gallo se paró desafiante. El gallo con un picotazo en la pierna lo tiró en el suelo de la Plaza Grande.
Don Ramón entre el susto y el miedo pidió perdón a la Catedral y a su gallo, pero este le dijo que prometiera que nunca volviera a tomar miselas y él le contestó que ni agua volverá a tomar.
Desde ese día, algunas persona que lo conocían, dijeron que nunca volvió a tomar y se volvió una persona seria y responsable.
Dicen personas que vivían en la época que esto solo se trataba de una broma hecha por los amigos de don Ramón y el sacristán de la Catedral para cambiar su conducta

CANTUÑA

En los primeros años de Quito como época colonial, sus plazas estaban tomando forma, entre unas de estas, estaba la tan conocida Plaza de San Francisco, cuya construcción estaba a cargo de un nativo llamado Cantuña.
El atrio debía estar construido en muy poco tiempo, este se teminaba y el atrio estba inconcluso. Cantuña estaba siendo amenazado por sus patronos, afirmando que lo iban a encarcelar si no cumplia con la obra en el tiempo acordado.
Un día, Cantuña regresaba a su casa y al pasar por la obra inconclusa, emergió un personaje vestido todo de rojo, con una espesa barba y una nariz puntiaguda. El ambiente olía a azufre y el personaje se identificó diciendo: Hola cantuña, ¿no me reconoces?, soy Satanás, te vengo a proponer un trato: Solo yo puedo terminar la obra antes del amanecer, pero a cambio de esto tu me entregarás tu alma, ¿Aceptas?.
Cantuña vio que eso era imposible, de esta manera aceptando el trato pero dijo que si faltaba una solo piedra antes de sonar la campana del Ave María el trato se anularía. En ese mismo momento miles de diablillos que ascensiedon del infierno comenzaron a construir en atrio.
El tiempo se le acababa a Cantuña casi ya amanecía. Sonçó la campana del Ave María y el atrio aun estaba inconcluso, faltaba una piedra, aquella piedra que salvaría el alma de Cantuña.
Satanás enfurecido por este hecho desapareció, dejando un olor a azufre.

EL PADRE ALMEIDA


La leyenda del padre Almeida cuenta la historia de un padre que no precisamente podía serlo, pr su mala conducta. Este padre todas las noches salía a tomar aguardiente, saliendo por una guarida secreta, la que consistía en alzar un brazo de la estatua de Cristo, sin pensar que un día, esta estatua hablaría y le diría, ¿Hasta cúando padre Almeida? y él le contestó "Hasta la vuelta" y siguió su camino. A su regreso ya borracho se encontraba paseando por las calles de Quito, observó seis hombres altos vestidos de negro alzabando un ataud. El padre pensó que chocó con un toro y se desplomó, pero al despertar regresó a ver el ataud y se percató que en su interior estaba él, asombrado por lo que vio, huyó. Al reflexionar sobre lo sucedido pensó que esto podía ser una señal y que si seguía tomando podría morir intoxicado. desde aquel día el padre Almeida nunca volvió a tomar y la estatua del Cristo se la ve más sonriente.